12/7/08

Hacia una revalorización de la Educación Física


Si bien hoy la educación física está “presente” en los distintos niveles del sistema educativo(inicial, EG.B 1 y 2, Polimodal, etc.); creo que aún no son suficientes la cantidad de horas asignadas a la misma (dos estímulos semanales).
Bien sabemos los especialistas del área que con dos estímulos semanales no podemos desarrollar las distintas capacidades motoras ni las destrezas y/o técnicas de los distintos deportes. Seguramente podemos hacer un poco de todo en una hora sin profundizar nada.
Es indudable que según los niveles, el tiempo y la motivación variarán, eso se puede ver claramente en las clases de polimodal, octavo y noveno año, por lo que se hace sumamente difícil “programar una clase para cada alumno” (cuando los grupos son numerosos: +-36 alumnos) y “conformar a todos”.
A continuación expondré unas sugerencias producto de mi experiencia como profesor y de la observación de distintas clases que creo fundamentales tener en cuenta si queremos revalorizar el área en la práctica y no solamente en los papeles:
1- Capacitación específica del profesor de educación física en los horarios de perfeccionamiento docente.
2- Más horas semanales (tres como mínimo) y hacer todo lo posible para que se den en días alternos.
3- Mejorar la infraestructura existente y construir gimnasios para una mejor calidad de las clases (cuando el clima es desfavorable).
4- Invertir más en material didáctico (pelotas, colchonetas, sogas, etc.).
5- Ser más pragmático a la hora de sacar un mástil porque molesta en el patio, sin tanta burocracia.
6- Concentración de las horas en uno o dos establecimientos con buena remuneración para evitar el “profesor taxi”.
7- Disminuir la matrícula en los grupos numerosos a (28-30 alumnos como máximo)
8- Volver al concepto de disciplina bien entendido, es decir que el alumno no haga lo que se le da la gana.
9- Que el docente sea consecuente entre lo que dice y lo que hace.
10- A la hora de planificar las clases tener en cuenta las motivaciones de los alumnos y las del profesor y no sólo atenerse al documento curricular en boga.
11- Utilizar el recurso de la competencia como medio de superación y respeto de las reglas, como así también de intercambio sociocultural con otras escuelas, clubes, etc.
12- “Aprovechar” el auge que tiene hoy en nuestro país el fitness y las distintas variantes gimnásticas y/o deportivas no para oponernos porque sí sino para integrar y mejorar nuestra educación física, sacándola del “acartonamiento” que sigue heredando de lo “meramente deportivo”.
13- Crear grupos de encuentros entre profesores de educación física para poder disentir y ponernos de acuerdo de qué educación física deseamos para nuestro país y no transferir datos de otros países con realidades muy diferentes a la nuestra.
Resumiendo: durante muchos años estuvimos repitiendo un patrón e comportamiento sobre el “qué hacer” en las clases y “quién o quiénes lo decían”, hoy creo que más que nunca deberíamos concentrarnos en el qué, en el cómo y en el por qué, producto del encuentro, la reflexión, la capacitación, teniendo en cuenta a los alumnos “reales” del sistema educativo, respetando su idiosincrasia sin dejar de lado la responsabilidad que es educar al alumno por y a través del movimiento para que sea una mejor persona y pueda socializarse y disfrutar del ejercicio para mejorar su calidad de vida y tratar por todos los medios de trabajar en forma interdisciplinaria, dejando de lado los egoísmos, vedettismos y demás lacras sociales que lo único que han logrado con nosotros hasta el momento es dividirnos y que cada uno defienda “su quintita…”
Me despido con unas frases para la reflexión:
“No busquemos tamaño en la pelea,sino ser lo mejor en nuestras filas.”
“Es el pobre en su horfandá de la fortuna el desecho, porque naides toma a pechosel defender a su raza. Debe el gaucho tener casa, Escuela, iglesia y derechos.”
Néstor Fabián Trepode
Extraído del blog de Mariano Giraldes

Los chicos cada vez mas sedentarios


“Si uno tiene en cuenta el promedio de toda la semana, dos tercios de los chicos estudiados desarrollan una actividad física leve; pero si se analizan sólo los fines de semana, la situación es aún peor: esa cifra asciende al 83%”, asegura el licenciado Sergio Britos, director asociado de Cesni.
Los especialistas llevan estudiados unos 135 chicos, pero la idea es llegar a unos 250 durante el año. La muestra se realiza con chicos de todas las extracciones sociales de dos escuelas de San Martín y San Isidro.
Los participantes cuentan con un dispositivo que utilizan todo el día y que solo se lo sacan para bañarse y dormir. El aparato llamado acelerómetro, registra la actividad bajo tres parámetros: actividad baja, moderada o intensa . La baja corresponde a un rango inferior a 635 cuentas de actividad por minuto, y allí se encuentra más del 50% de los casos, cuando se calcula el promedio entre días de semana y fines de semana. Dos tercios de la muestra realiza una actividad leve. Y los fines de semana los chicos se mueven aún menos: el 83% cabe dentro de esa clasificación.
El porcentaje con exceso de peso ronda el 30% -el 19% tiene sobrepeso y el 11%, obesidad-.
“No hubo diferencias significativas entre escuelas privadas y estatales, ni por estrato social ni por grado de obesidad -dice Britos-. Los resultados fueron iguales para chicos que vivían en departamento, casa o villa miseria. En la actualidad, los chicos pobres tampoco caben dentro del modelo tradicional de juego en el potrero. Muchas veces acompañan al padre en el cartoneo o se quedan cuidando a un hermanito o hermanita en la casa, y mirando televisión, que nunca falta. Los obesos se mueven igual que los flacos: poco.”
Para el especialista, a partir de estos resultados es importante pensar qué tipo de intervenciones se pueden diseñar para promover la actividad física. “Nosotros y muchos otros, como la Organización Panamericana de la Salud, venimos planteando que la prevención de la obesidad depende de la actividad física espontánea y no de inscribirse en un club o una institución deportiva. Lo que importa es caminar, tener un recreo activo. Que los chicos corran, que jueguen, que la hora de actividad física sea aprovechada. El movimiento espontáneo en algunos sujetos llega a representar entre el 10 y el 12% del gasto calórico total. Los 20 minutos de bicicleta no cuentan tanto como los muchos minutos que una persona activa les dedica a actividades que demandan un esfuerzo más que leve. Hay que promover la actividad física espontánea, que es la más fácil. En términos de salud pública, importa casi más que la institucional.”
“Es una catástrofe”
Los resultados del estudio de Cesni sobre patrones de actividad física en preadolescentes y adolescentes coinciden con el sedentarismo que están auscultando especialistas locales en deportología. Para el doctor Héctor Kunik, presidente de la Asociación Metropolitana de Medicina del Deporte, se trata de una verdadera catástrofe. “A partir de los doce años, la caída en la actividad física es tremenda -concuerda Kunik-, especialmente en las mujeres. Hasta esa edad, el 70% de los chicos son físicamente activos; a los 21, sólo el 40% de los hombres y el 30% de las mujeres hacen actividad física. En las escuelas no se le da la importancia que tiene, pero además los chicos pasan una enorme cantidad de horas mirando TV y con los jueguitos electrónicos. Ahora, no juegan a la pelota, hacen como que juegan…”
Fuente: La Nación

5/7/08

Para que evaluamos

Para muchos, las vacilaciones epistemológicas no son tan importantes a la hora de enfrentar la práctica docente. Las clases de Educación Física son, en general, bastante malas pero no por culpa de esas vacilaciones, sino porque somos ineficientes en el momento de abordar, planificar y resolver la tarea cotidiana.
Los desarrollos epistemológicos deben continuar pero deben hacerse simultáneamente con el aumento de nuestra eficacia. Que se conseguirá revisando en forma permanente lo que se hace todos los días.
La pregunta es...

¿Cómo lograr que las reflexiones teóricas y la investigación, verdaderamente, modifiquen la intervención pedagógica?
Viene bien recordar que, en definitiva, nosotros nos dedicamos a dar clases. Eso es lo que debe mejorar.
Puede ser útil plantearnos problemas concretos y analizar posibles soluciones. El que analizaremos hoy lo represento con una pregunta:


¿Por qué y para qué evaluamos?


El desafío es diseñar una forma de evaluación formativa que sirva a profesores y alumnos.
Poner una nota a un nombre cuyo “poseedor” tiene una cara que no recuerdo, no es una forma de evaluación que responda a alguna racionalidad curricular. O dicho más sencillo: que responda a algún discurso pedagógico.
Hay algo indudable: bajo cada sistema de evaluación que usemos subyace una concepción y una teoría pedagógica. Subyacen diferentes formas de entender la Educación Física y la Escuela. Por eso suele decirse:
“Decíme como evaluás y te diré como enseñás”
Y también es indudable que la mayor parte de las evaluaciones poco o nada tienen que ver con lo enseñado. Esa incoherencia –como muchas otras- espera soluciones sencillas. Hablo de soluciones sencillas porque en este caso, por ejemplo, no hace falta un proceder demasiado complicado. Consiste en:
Armonizar nuestras expresadas finalidades educativas, con nuestras prácticas de enseñanza y nuestro sistema de evaluación.
La búsqueda de modelos técnicos y de rendimientos motores de alguna clase –pese a cualquier discurso renovador expresado por los documentos curriculares de las Reformas que se han sucedido- parece ser la gran responsable del desajuste. Ha predominado una lógica (o racionalidad curricular) técnica o instrumental sobre una lógica centrada en los valores pedagógicos que se dice sustentar. Este enfrentamiento se advierte en otros temas y surge evidente apenas se escuchan las charlas informales de los profesores. Por ejemplo:

- Discurso del rendimiento versus discurso educativo y de participación.

- Currículo por objetivos versus currículo como proyecto y proceso.

- Discurso de una educación democrática, activa, constructivista versus una educación mecanicista, trasmisora, reproductora

Este articulo es del Porfesor Mariano Giraldes y lo podes leer completo de su blog
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